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jueves, 13 de marzo de 2008

La lluvia y los 100 soldados de papel

El polvo rodea el recuerdo de maderas vivas,
las que fueron decayendo con los días,
con los tiempos de altos grados de agonía;
nunca pensamos que la cama moriría.

Conocimos amigos, mujeres y familia;
ensuciamos sus deseos de abrigarnos,
la perpetuidad en los sueños personales recogidos;
y nacieron los celos, ante las nuevas corporalidades entumecidas.

Mientras reposábamos con cuidado nuestros vientres hinchados,
nos dirigimos a clavar sus brazos rotos de madera;
los amarramos para que continuara con su vida,
y aunque no logramos hacerlo resucitar,
aún se mantenía en dos pares de piernas fuertes .

Lo volvimos ha armar - modificandolo - para su eterna resistencia:
con tornillos, clavos y martillos artesanales, del día tras día;
con maderas, (cuerpos), de antecesores del emblema del ensueño.

Te agradezco gran soldado de las redes y luchas del movimiento de madrugada,
ya que has cumplido con el mantenimiento de mi cuerpo de noventa kilos,
y no te quejas, ni por un segundo lo has pensado, nada has reclamado...
porque eres el mantenedor de mis ilusiones congeladas.

Hoy cumples más años de agonía,
con ojos y muecas de supuesta alegría,
siendo qué la familia era tan poco unida,
decían mis intrusos... que no saben nada de la vida.

Luchas y miradas tensas... simple y propia defensa,
trajeron el incomprendimiento y vuestras quejas,
aunque seamos hermanos fuertes, con mucho coraje...
con muchas ideas sueltas... entre viajes de ida y de vuelta.

Siempre he sido la tercera puerta de los margenes insolentes,
la tercera descarga... de los tres paraísos indecentes.
Hoy he abierto los ojos al presente... ¡nuevamente!,
viendo tus trajes limpios y mi chaleco viejo... ¡tan añejo!.

Sin duda que la importancia de lo físico, se pierde con lo contenido,
en los cielos limpios de interiores sociales y heredados,
de lo que es bien correspondidos y bien elaborado.

Con una copa en mi mano, transformadora de hábitos,
esperaba radiante y esperanzado al minuto plácido.
El saludo que colaborara, con un poco de emoción, al concepto reinventado,
para el hombre desbordantemente minimalizado.
Artista y animador, elocuentemente gestual en sus cuentos y cánticos.
¡El humor como la ciencia de la reunión!

Mis ojos se abren escuálidos al ver un nuevo hombre,
con piel y rostro conocido anteriormente... ¡sufridamente!,
pero con un mostrario novedoso en mis supuestas percepciones,
de relativo cambio en ambos interiores cautos y quejumbrosos.

Hombre huérfano y precario,
saluda a tal escenario.... que apesta de ser hombre vivo,
y enfurece de no recibir cualquier tipo de emisor registrado.
Dijiste que llamarías temprano... al rato.
Te dolía la enfermedad de mujer,pero, en defecto,
he esperado más que un buen rato,
porque ya me has contagiado en vano.
¡esto a sido un engaño!.

Surgí desde bien temprano...
resultando que el verano se burlaba de mis llantos,
por simple lastima, confirió bañarme en sus aguas plásticas del desánimo.
Delirantes gritaban relámpagos al viento...
¡delirantes!... los hombres románticos y propensos ,
qué de la melancolía no vivirían,
¿sólo para llenarse de sus lamentos?.
Es mentira si disfrutan el reír...
el agua los contagió de la no alegría infeliz.
Sigues esperando con los huesos corroídos,
los pies heridos... aficionados al desangramiento,
y la cara tapada de desencuentros que aún deambulan por la memoria.
La historia te tiene en margenes excesivamente demenciales.
Vivimos de una lluvia melancólica,
cuál devora los pétalos tiernos de rosas vivas,
y te manifiesta el recuerdo de aquellas tristes memorias prohibidas.

Me gustaría perder amistades invalidas,
sangrar en exceso y descomposición.
Me gustaría que en realidad nadie recordara la existencia de mi corazón,
al mismo tiempo que todos hayan borrado de su mente mi presencia sin ilusión.
Desearía ser como un montón de mierda que se deshace con el sol,
que se va pudriendo en los interiores sanos,
de a los que nunca mi precencia algo les preguntó.

Me gustaría poder desaparecer de la faz de esta tristeza,
para no seguir siendo un soldado de papel mojado,
descubierto por los extranjeros del pensamiento y el amor.
Tengo ganas de desaparecer completamente,
sin que mi cuerpo sea descubierto por la memoria ni el perdón.

La gente que quiero es muralla solida,
llena de caídas y ladrillos rotos,
porque mi sensibilidad es demasiada prestancia ante el sufrimiento natural,
para un mundo muerto como al que me han amarado los sobrevivientes.

Si pudiera volar entre el viento,
despertar del descanzo que me regalaba sueños,
tomar antidotos que quiten la vida.
Lo haría sin remedio ni preocupación de lo ya vivido,
que me gustaría que fuera olvido para el resto de la población en extinción.

Me gusatría brillar eternamente en la teoría de lo desaparecido,
lo desconocido e inexistente.
No sabes cuanto me gustaría desaparecer completamente,
dentro de este mundo frío e inexistente.


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